domingo, 8 de enero de 2023

CÓMO SE COCINA UN MICROSECRETO

Primero, en ese gran caldero que tenemos ahí arriba, cueces las palabras, y cuando están a punto de hervir, eliges un puñado y las colocas en una sartén donde previamente tienes preparado un sofrito a base de márgenes y renglones. Añades unas pocas especias: ¡¿signos?!, "comillas", -guiones-, puntos suspensivos...; después, una vez se han enfriado, las coges con el índice y el pulgar de cada mano, las llevas a una hoja en blanco, para que se estiren, y por fin cuando dejan de chorrear, las cuentas, y si salen más de cien, viene el sastre de las palabras y...: ¡zas...!

sábado, 5 de febrero de 2022

BONES

─Papi, ¿por qué el tío Slam tiene una colección de calaveras como si fueran trofeos?
─Ni caso, eso son manías de viejo.
─Pero dice que alguna canta en arameo.
─Tonterías, son patrañas, cuentos para asustar a los niños.
─¿Y qué hace con el resto de huesos después de sorberlos?
─Pues no sé, algún ungüento para el dolor de garganta,  un afrodisíaco...
─Me gustaría quedarme con un astrágalo, el calcañar, un omóplato o quizá un esternón para hacerme un colgante de amuleto. No veas lo que molaría entre mis amigos del insti.
─Mejor una taba para adivinar el futuro.

martes, 24 de enero de 2017

AMORES CIEGOS

"No quiero volver a verte nunca más -me dijiste-, estoy harta de engaños y de verdades a medias”.
Y yo te imaginaba, en la tarde neblinosa, sorbiendo lágrimas, entre hipidos de desesperación. No te preocupes ya mi amor, a veces la ceguera va por dentro, y corroe, hasta el tuétano, el alma. Cuando me hablabas, susurrando, de cielos azules, o de mares verdes, aterciopelados, y añadías en la paleta retazos de tu roto corazón, yo creía que simplemente enumerabas estados independientes de la razón.
Pero no podré soportarlo. No quiero, como declaración de amor, que te arranques los ojos para ser como yo.

INDIANA

Para implorarle que vuelva a casa, no tenía mas que hacerle llegar las señales de humo acostumbradas, desde lo alto de la colina del halcón desplumado.
Lo malo de toda esta parafernalia, es que también volvieron mis antiguos amores:
Escarcha de Azúcar, una vieja desdentada, todavía resultona; Alubia Roja, empeñada en dar la vuelta al mundo subida en una burra; tres o cuatro animales de compañía, gallos y coyotes, entre los que se coló un agente de inmigración.
Sin embargo, la que yo esperaba, Osa Amorosa, nunca volvería a la Reserva, ni dejaría sus clases de aerobic.   

viernes, 6 de enero de 2017

HABÍA UNA VEZ UN CIRCO

Desde una viga del techo, colgaba de una cuerda, en frágil equilibrio de vaivén, un elefante tailandés. Mientras se balanceaba, boca abajo, de un lado a otro del circo, soplaba una gaita por la que salía, barritando, en un estruendo horrísono, una sinfonía infernal.
A la par, tres gatos siameses se mecían al son y maullaban, al claro de luna, una serenata veneciana:
-Ma uena ué, uena ué, uena ué.
Los Hermanos Tonetti, chascaron sus látigos, retorcieron el mostacho, y como veían que no se caía, fueron a llamar a otro elefante.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

DOBLE O NADA

El otro, hombre o mujer, siempre muerto, estirado en su disfraz de levita, dijo: “Rien ne va plus!”
Los dados saltaron de mi mano hacia el abismo verde. Escupieron sus ojos blancos: “Nunca, Nada”.
Apuré el líquido ambarino de mi copa y salí por una puerta falsa hacia el callejón de los acusados. Perdí la cuenta de mis pasos, camino del Parque del Olvido.
Leve, como el acero, rasgó la noche el disparo, partiéndola en dos mitades: “Antes, Después”. Rebusqué, con las manos ensangrentadas, en los bolsillos de mi traje de domingo. Solo un billete a ninguna parte. En la estación, de madrugada, se despidió mi sombra.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Y AL SÉPTIMO DESCANSÓ

De un certero bocado, le arrebató el pincel
─Lo embadurnaba todo cada vez que pintaba los cárdenos atardeceres –se defendió la serpiente-. “Es la vieja que prepara la cena”, decía el sabelotodo, y luego la señora Luna a barrer los espumarajos de sus olas para dejar la noche como un jaspe…
El coro de ángeles cantores sonrió complacido.
─Además, ya estaba harto de líneas de horizonte torcidas, y siempre con los arcoíris a medias, como si fuera un niño al que se le acabara la pintura, dios…
Leviatán se zambulló en el fondo del mar tarareando una cancioncilla pirata: “¿Quién se beberá la botella de ron?”